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No perdamos la cabeza
OPINIÓN por Juan Marín.
Tras la segunda derrota del Ilicitano ante el Crevillente Deportivo, parece que ahora el filial franjiverde está en una especie de crisis.
Se ha pasado de ensalzar y alabar al Ilicitano, poniendo a jugadores del equipo para el primer equipo (como Mourad o Nacho Ramón), a coger y hundirlo a lo más abajo. Calificarlo de «poco competitivo» o que «hinca la rodilla» ante sus rivales.
El partido ante el Crevillente no fue malo para nada. El equipo sigue manteniendo el nivel, ni ha bajado o ha sacado la bandera blanca en este partido. La diferencia es que los rivales también juegan, y el Crevillente apretó en la segunda mitad para remontar.
Por ocasiones, el Ilicitano pudo bien empatar, o hasta remontar el encuentro. Pero Chema y la defensa rival aparecieron, llevándose los tres puntos con esfuerzo.
¿Qué pasó ante el Olímpic de Xàtiva? Pues realmente, ese partido sí que no fue la mejor versión del equipo. En ese partido, el Olímpic fue superior en todas las líneas al Ilicitano. Algo que puede pasar, no siempre vas a hacer partidos perfectos.
Pero claro, se enlaza con este partido ante el Crevillente, que haces mejor papel, pero al final pierdes. Dos derrotas seguidas, que para algunos, se frotan las manos para intentar vender una imagen errónea del equipo.
El Ilicitano no ha cambiado tanto para que ahora se quiera hundirlo. Ni tampoco era tan bueno como se decía al principio de la temporada. Pongamos el ejemplo de antes, de los dos delanteros, Mourad y Nacho Ramón.
Al comienzo de la temporada, se les ponía en el primer equipo, eran muy válidos para Segunda División, hay futuro en el ataque… Ahora han desaparecido por completo del panorama. La razón es simple: llevan seis y cinco partidos sin anotar un gol, respectivamente.
Esto es malo, pero no porque no marquen. Es malo porque el jugador asocia que debe marcar para que hablen de él. Eso lo que genera es frustración, genera precipitación y el buscar la jugada individual por encima de la colectiva.
En ruedas de prensa anteriores de Sergio Pelegrín, el entrenador ya quiso quitarle hierro al asunto, y remarcar la importancia de que es el equipo quien gana con los goles de los delanteros.
Ahora, el entrenador debe lidiar con este problema. Le toca llevar a la plantilla en un terreno desconocido hasta la fecha. Para algunos de ellos, porque Sergio y los jugadores de la temporada pasada, conocen bien lo que ocurre cuando no llegan los resultados positivos.
Es aquí donde yo quiero incidir en todo lo que ha rodeado al equipo en los últimos meses: ni eran tan buenos, ni ahora son tan malos. Porque antes, parecía que no existían los problemas que dije al principio de temporada. Cuerpo técnico nuevo, muchas caras nuevas, jugadores jóvenes en su primer año senior… Un proyecto nuevo.
Es verdad que gracias al excelente trabajo que ha realizado el cuerpo técnico, se han notado menos estas carencias. Pero están ahí, el Ilicitano no es el Alcoyano. No es un proyecto para buscar el ascenso.
Es un filial, está para formar a los jugadores, y si es posible un ascenso, bienvenido sea. Pero después de dos temporadas, deambulando por la parte baja, esquivando la bala del descenso por muy poco; pues uno no le puede pedir al equipo que haga milagros.
Tener expectativas tan altas es peligroso. Porque queda mucha temporada por delante, el camino es largo y hay que pensar más en el día a día. ¿Quiere decir esto, que el equipo debe renunciar a luchar por el ascenso? No, hombre, no. No jodamos tampoco.
Si se pone a tiro el ascenso, hay que luchar y competir por ello. Que ahora ya no están entre los cuatro primeros, y parece que se ha instaurado la desilusión en el ambiente que les rodea. Joder, que mientras den los números, hay que competir.
Pero con cabeza, con trabajo y con esfuerzo. No vendiendo unicornios y arcoiris, porque luego no llegan buenos resultados, y resulta que claro, «es que son muy malos».
No perdamos la maldita cabeza por dos derrotas seguidas. Este equipo tiene cosas buenas, se están haciendo las cosas bien. Que por lo menos, el equipo no vuelva a sufrir por conseguir la permanencia. Tengamos memoria y pensemos dónde estábamos antes.